Gracias a la ciencia más joven se sabe que ejercitar el sentimiento de la gratitud, tiene el poder de crear un estado de bienestar psicológico, emocional y mental. A través de las neurociencias se conoce que, cuando generamos sentimientos de gratitud en nuestros pensamientos, activamos el sistema de recompensa en el cerebro, se libera dopamina, la hormona que estimula el afecto, la tranquilidad y reduce la ansiedad, el miedo. A lo largo de los últimos años se ha encontrado que la gratitud provoca:
* Sistemas inmunes más fuertes
* Mayor bienestar psicológico
* Mejor calidad de vida
* Más optimismo
* Mayor compasión
* Niveles más altos de felicidad
Podríamos decir entonces que a niveles más altos de gratitud hay escalas más bajas de ansiedad, estrés y depresión. ¡Esto no es magia, es pura ciencia¡
Hagamos un ejercicio mental para explicar cómo ejercitar la gratitud en nuestro día a día. Veamos, en estos momentos mientras escribo este artículo, me encuentro sentada en un cómodo sillón mientras disfruto un refrescante jugo de fresas con papaya y linaza. Ahora, tomo un par de minutos para contemplar este refrescante jugo y ser consciente de la cantidad de personas que directa e indirectamente han intervenido en el proceso para que esta mañana yo pueda tomar este refrescante jugo, veamos: el granjero, el agricultor, el transportista, el vendedor, el empaquetador, etc. La licuadora, la electricidad, el colador… Ahora, si profundizo un poco más, podría incluso agradecer a la tierra, al sol, la lluvia, el agua, el viento…. Realizar este pequeño ejercicio me ha llevado a sentir un poco más de agradecimiento.
Es innegable que debemos un inmenso reconocimiento a infinidad de personas que hacen posible que sigamos con vida, con salud y que disfrutemos de nuestro momento actual tal como es.
Si además hacemos un recordaris y repasamos todos los descubrimientos y avances tecnológicos que hacen nuestra vida más llevadera, cómoda y segura, tendríamos muchas más razones para sentir agradecimiento. Si continuamos mirando hacia atrás en el tiempo y evocamos las mentes maravillosas que han enriquecido nuestras vidas, este sentimiento de gratitud podría llegar casi hasta el origen de la humanidad…
Ser agradecido es una decisión. Es decidir conscientemente ir a nuestro corazón a través de la oración, la meditación o la práctica contemplativa con la que usted se sienta más cómoda para tomar decisiones desde ese lugar que contribuyan a su bienestar y al de los demás. La práctica constante de “Mindfulness” le ayudará a “darse cuenta” cuando sin querer se resbalo al modo “piloto automático”, de manera que sea consciente de las cosas buenas y positivas que le rodean y no tomarlas por sentado.
Naturalmente, no todos mostramos los mismos niveles de gratitud, porque no todos tenemos la misma personalidad, no somos genéticamente iguales, pero, por suerte, la gratitud es una de esas cualidades que podemos entrenar, podemos entrenarla como un músculo y potenciar fácilmente.
Comentários